Análisis fílmico: La Piel que Habito


Por: Ryan Kozin

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«El arte es garantía de salud»—o, según la escultora Francesa-Americana Louise Josephine Bourgeois (1911 – 2010) que está referenciando Almodóvar, una garantía de salud mental.  Y es una idea que el director no vacila nada en explorar a fondo en su última creación.  Basada en la novela Mygale de Thierey Jonquet, La Piel que Habito (2011) ganó el premio de BAFTA “Best Film Not in the English Langauge” además de ser nominada por 4 Goyas (Elena Anaya ganó Mejor Actriz) y mucha alabanza general.  Ha sido descrito como una película psicosexual erótica de suspense y ha habido comparaciones estilísticas a Kubrick.  Pero es todavía mucho más.  De hecho, se podría mantener que es la mejor película de Almodóvar hasta la fecha y quizás se describiría mejor como una mezcla torcida de obsesión, identidad y sexualidad—cubriendo todo desde violación y amor hasta venganza y perdidas.

        Teniendo lugar en Toledo de 2011, el filme se abre en la finca El Cigarral.  Aprovechando ateísticamente la extravagancia del lugar y utilizándola para su ventaja artística y para presagiar a la meticulosidad maniaca de su protagonista Dr. Ledgard (Antonio Banderas), Almodóvar honra al polémico cuadro de Tiziano Vecllie, Venus de Urbino (1538), y Les Demoiselles d’Avignon de Picasso dentro de los primeros quince minutos.  La Venus está colgada en el pasillo de El Cigarral, subrayando la perfección que el doctor se esfuerza por lograr en sus trabajos; caras picassianas decorativas hechas de barro de ollera y cubiertas con tela rasgada adornan la habitación de una paciente.  Y las imágenes son incluso más profundas.  Volviéndose a casa después de una conferencia científica, el acomodado Dr. Ledgard pasa tranquilamente por el pasillo—y La Venus—, dobla un rincón y entra en su habitación que es decorada con pantallas gigantes que le deja observa a su paciente Vera (Elena Anaya) y por las cuales vimos su trasera desnuda, haciendo postura como si fuese La Venus.

        Pero, siempre trabajando para crear el suspense, Almodóvar destruye la hermosura tan fácilmente como la crea.  Al descubrir que Vera se ha mutilada y que intentado suicidarse, el Dr. Ledgard la lleva apresuradamente a su quirófano subterráneo, donde aprendimos por primera vez de la piel transgénica que menciona discretamente el titulo de la película.   Como se explica más tarde en otra conferencia científica, el Dr. Ledgard había mutado las células que componen la piel humana, transfiriendo información genética de las de un cerdo para endurecerla.  Y es con esa piel que Ledgard trata a las heridas autoinfligadas de Vera.  Sin embargo, la ‘piel artificial’ que ha creado el Dr. Ledgard—que ha nombrado Gal en memoria de su difunta esposa que murió debido a quemaduras que sufrió en un accidente de coche—va en contra con las éticas de su comunidad científica y el presidente prohíbe que Ledgard siga con sus investigaciones.

    Desanimado pero no derrotado, Dr. Ledgard busca consuelo clandestinamente en seguir con su trabajo secreto y en el opio, que también administra a su paciente para causar que le ocurra amnesia inducida por drogas (otro escenario que ocurre más tarde captura el recuerdo irónico de Vera «el opio me ayuda a olvidar» escrito a mano con innumerables fragmentos en la pared de su habitación).  Un encuentro muy tenso entre Dr. Ledgard y Vera sucede, dejando bien claro que Vera está intentando atraer sexualmente el doctor hasta un estado vulnerable.  Pero antes que podamos preguntar por qué Vera habrá intentando suicidarse o por qué quisiera engañarle a Robert, Almodóvar interrumpe el estético de la peli y también la historia con la introducción de Zeca (Roberto Álamo).  Habiendo llegado a Toledo de la Carnaval de Madrid—tambaleándose por la borrachera por todo el camino—, Zeca se presenta a El Cigarral todavía llevando su disfraz de tigre y en busca de su madre.  Y su introducción enriquece el film con un sentido de absurdidad coherente; su presencia visual es vistosamente cómica, pero su papel es importante en que se ata muchos de los hilos que componen esta historia compleja.  Después de implorar a la criada de la casa Marilia (Marisa Paredes) que le deje entrar por el interfono, aprendimos que Zeca es el hijo de Marilia y que está intentando esconderse después de un robo fallido en una joyería de Madrid.

        Utilizando su instinto animal, Zeca descubre a Vera todavía encerrada en su habitación.  Luego, poco después, Dr. Ledgard le descubre a Zeca violándola a Vera.  Y después de una confrontación fatal, Marilia consuela a Vera y le explica que Zeca fue responsable por la muerte de Gal.  Que estuvo conduciendo cuando tuvieron el accidente y que la dejó en el coche; también cuenta que aunque Robert la rescató aquella noche—así empezando su obsesión con lo de desarrollar una piel artificial que pudiera resistir un incendio—, eventualmente la perdió.  Pero, otra vez, justo cuando todo empieza a ponerse claro, Almodóvar juega con la estructura.

        Volviendo hace unos 6 años a la boda de un familiar, encontramos a Robert y su hija Norma unos cuantos años después de la muerte de Gal.  Todo se empeora cuando Norma desaparece de la celebración con unos amigos y un mujeriego llamado Vicente (Jan Cornet).  Cuando Dr. Ledgard se da cuenta de su ausencia, se echa a buscarla aterrorizado.  Encuentra sus zapatillas dispersadas en un camino por el jardín, que le dirige a donde había estado con Vicente.  Está inconsciente.

        Habiendo visto Vicente salir de la boda muy de prisa en su Vespa, Robert hace un plan.  El Dr. Ledgard sale en busca de venganza por parte de su hija (ahora hospitalizada) y fallecida esposa y toma Vicente como preso.  Luego, dándole más motivación maliciosa, Norma se quita la vida en la misma manera de su madre (después de despertarse en el jardín con su padre abrazándola y intentando consolarla, estaba convencida que él fue el que la violó y no pudo seguir viviendo pensándolo).  Con sangre fría y nada de hesitación, Ledgard reúne un equipo de cirujanos en su quirófano personal para darle una operación que le cambiaría la vida para siempre.

        En resumen, la violencia sexual de La Piel que Habito será demasiado desagradable para unos pero a pesar de ella, la verdad es que es una película indisputablemente rica en cinematografía y estructura.  Hay muchas sorpresas—sorpresas de amor y sorpresas de venganza—que salen al final y que nos dejan con una sensación extraña de resolución pero también con unas preguntas.

        Almodóvar es un maestro de simbolismo y sutileza y los varios temas que se tratan son muy bien entretejidos. La música de Concha Buika, por ejemplo, que canta en la boda donde fue violada Norma, canta la misma canción (Por el Amor de Amar) que cantaba Norma cuando su madre se suicidó—y, además,  hay interacción entre las dos voces—.  De la misma manera, hay un escenario sutil en que el perfil de Vicente sale detrás de un busto hecho de alambre que se usa para mostrar sombreros de mujer en la tienda de ropa de segunda mano donde trabaja.  Además, Banderas es muy convincente; la meticulosidad del Dr. Ledgard solo tiene igual en su malicia y deseo de hacer arte por perfección científica es muy espeluznante.  Por último, que Almodóvar eligió citar a Louise Josephine Bourgeos—una defensora de derechos LGBT de toda su vida—(la frase acerca la salud del arte también está escrita en la pared de Vera), significa que Almodóvar quería abordar la cuestión de sexualidad y la identidad de una manera muy profunda. La piel que habito es un ejemplo vibrante de que no hay nadie mas como Almodóvar y que el arte del cine está vivo y que está bien de salud.

Conversación con Almodóvar

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