Etiqueta: análisis

Agenda 2030, virtudes y defectos


ODSSin apenas tiempo para evaluar los logros alcanzados sobre lo propuesto hace quince años en los Objetivos del Milenio, la Asamblea General de la ONU abrió el pasado mes de septiembre (2015) una nueva agenda con nuevos y buenos propósitos acerca de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se han de cumplir durante los siguientes tres lustros.

17 Objetivos y 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económica, social y ambiental. Un compromiso común y universal entre cuyos puntos están, además de poner fin a la pobreza en el mundo, erradicar el hambre y lograr la seguridad alimentaria; garantizar una vida sana y una educación de calidad; lograr la igualdad de género; asegurar el acceso al agua y la energía; promover el crecimiento económico sostenido; adoptar medidas urgentes contra el cambio climático; promover la paz y facilitar el acceso a la justicia.

Durante los días 20 y 21 de abril de este 2016 se han desarrollado en Vitoria-Gasteiz las jornadas internacionales: “Un nuevo horizonte común: la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible”. Un seminario abierto a todo el público interesado en conocer el trabajo realizado en el proceso de construcción de la Agenda 2030, así como los retos y los mecanismos para su implementación y seguimiento.

Ya tras la primera de las intervenciones –a cargo de Magdy Martínez-Solimán, Administrador Adjunto del PNUD–, se pudo intuir que el seminario iba a ser un debate ampliado de lo que, probablemente, se propuso y discutió durante la creación de la Agenda 2030. Un debate multicultural y multisectorial, dentro de la cooperación internacional, en el que, si bien, existen puntos de confluencia, hay otros en los que todavía se producen fricciones que dejan con un sabor agridulce a todos los asistentes a las jornadas.

Magdy Martínez inició su ponencia tratando de crear un contexto general sobre el tema a tratar. Y lo hizo abordando uno de los puntos con los que todos los conferenciantes estaban de acuerdo: La universalidad de la agenda. Sí, se ha producido una mejora en la redacción de los objetivos descritos en la agenda del año 2000 con respecto a los nuevos, del año pasado. Uno de los ejemplos a los que se refirió era que ya no se habla de “reducir la pobreza” o “erradicar la pobreza extrema”, sino que se habla de “erradicar la pobreza por completo”. El administrador adjunto del PNUD reseñó también que la agenda es “indivisible” y no se debe categorizar porque “todos somos uno”, refiriéndose a los nuevos y altos índices de pobreza en países desarrollados. “La agenda se dirige al corazón de un modelo de desarrollo insostenible”, apuntó.

A este respecto, en el que la universalidad parece que borra fronteras, Javier Surasky, miembro de Together 2030, quiso aclarar, en la medida de lo posible, el concepto de “Sur”. “¿Qué es el sur?”, preguntaba a los asistentes, para responder de inmediato que “sur son todos aquellos países que, históricamente, no han tenido capacidad para definir las variables y establecer las normas sobre el orden global del mundo”.

Una vez aclarado el término, trazó su marco particular sobre los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, afirmando que es necesario un contexto mucho mayor del que ofrece la Agenda 2030, ya que dentro de la misma agenda se confunden los objetivos con lo fundamental, que son los principios –No dejar a nadie atrás; Responsabilidad común pero diferenciada; Universalidad e interdependencia–.

Para Ana Inés Abelenda, de AWID, esta agenda es “la base sobre la que construir algo mucho más ambicioso”. El problema recae en la condición de voluntaria, porque provoca que llevarla a cabo dependa de los estados. Abelenda se mostró insatisfecha por esa “falta de ambición” y “ceguera” del proyecto, afirmando que se trata de “una oportunidad perdida para atacar las verdaderas causas de la pobreza”.

“Habría que buscar perchas donde colgar la obligatoriedad que ahora no tiene la agenda”, indicaba Daptnhe Cuevas, durante su intervención. Cuevas, miembro del grupo principal de Mujeres de NNUU, manifestó la importancia de comprometer agendas difíciles y ambiciosas para luego poder presionar con ellas y poder llegar a hacer efectiva la implementación que es “la tarea más difícil”.

En este punto, Javier Surasky se refirió a la difícil situación y organización entre los dos tipos de agendas que existen: Las de largo plazo, como puede ser la Agenda 2030, y las agendas de emergencia. Ambas poseen una única financiación que se han de repartir. Pero, “si se acomete una emergencia, la agenda a largo plazo ya no se va a poder cumplir. Si se acomete la agenda a largo plazo, no se llegan a las emergencias”, explicó.

En ese tema, el de la financiación, llegó el punto de mayor fricción entre los ponentes. Magdy Martínez-Solimán, defendió la intervención de capital e inversiones privadas como método para encontrar medios económicos que ayuden a la implementación de los objetivos de la agenda. Y es que solo contempla dos opciones: “o se retrasa la implementación o se recurre a la empresa privada como responsabilidad compartida, entre ellas y los gobiernos”, comentó. Su argumentación también incluía la posibilidad de que en un escenario futuro, los bancos de los países BRICS, jueguen una baza importante en la ayuda al desarrollo al tener, ahora mismo, un exceso de liquidez al que tendrán que dar salida en algún momento.

Sin embargo, para Ana Inés Abelenda la excesiva dependencia de la inversión privada no tiene que ver con la falta de fondos, sino, más bien, con “la dificultad de los estados de manejar dinero público”. A este respecto hizo referencia a los Papeles de Panamá y a la pregunta de si, en realidad, ¿existe una gran connivencia global para expoliar a los países más vulnerables?

Leida Rijnhout, miembro del European Enviromental Bureau (EEB), apoyaba la tesis de Abelenda, argumentando que no se trata de una cuestión de dinero. Es una cuestión política de redistribución. “No es necesario para nada el sector privado. Ellos solo quieren ganar dinero”, dijo, antes de añadir que: “las empresas solo deben preocuparse de pagar impuestos y seguir las reglas”.

Dentro de este debate, que también incluyó la variable medioambiental, hubo un punto en el que todos los ponentes estuvieron de acuerdo: lo crucial de la presión social en los próximos años.

Ana Inés Abelenda dejaba claro que esa presión depende del espacio Nacional y Local, haciendo distinciones entre lo que se puede llegar a hacer en Europa o en países como Siria. Magdy Solimán ve también dificultades en los países de renta media, como México, donde los esfuerzos centrados en la seguridad ciudadana se comen al resto de preocupaciones. Por otro lado, Surasky ve peligro en el acomodamiento en los dos terrenos –Norte y sur–, a pesar de la escasa ayuda que se presta en estos momentos. Pero, aún con todo eso, Leida Rijnhout siente que el optimismo es una obligación.

“Las agendas se crean por la movilización social. Si la pobreza desaparece, será por la presión social. Los entes públicos encontrarán la forma”, afrimó Solimán.

“El cambio no se espera de la filantropía, ni de los estados, ni de la empresa privada. Se espera de la Sociedad Civil”, argumentó Surasky.

“Sí, la Agenda 2030 no es más que un trozo de papel, pero es un papel que sirve como referencia para la Sociedad Civil y para cualquier organización sensible a los Derechos Humanos”, expuso Ana Inés Abelenda.

El hombre que estaba allí. Daniel Suberviola y L. Felipe Torrente


431516288_640Por: Kike Gómez

Eres un detective que sigue la pista de un hombre desaparecido: Manuel Chaves Nogales; tienes que preguntar y preguntar e ir conformando un retrato sobre la persona que buscas porque apenas sabes nada. Hay pocos documentos gráficos, pocas pistas. Libros censurados o ediciones antiquísimas difíciles de localizar; artículos en prensa perdidos por Latinoamérica… pero a base de insistencia y preguntas, poco a poco, irás consiguiendo tu propósito. Cada entrevista irá indagando en un aspecto de su figura: vida profesional; vida personal; enfoque de los reportajes; perfil político; inquietudes…

Una novela de misterio, un informe policial o juego de intriga. “El hombre que estaba allí” está construido de tal manera que al finalizar la última de las cinco entrevistas, de las que está compuesto, no quedas satisfecho. Quieres saber más, quieres conocer por qué un periodista independiente y comprometido únicamente con sus propias ideas, desapareció del panorama intelectual y académico de las últimas décadas, desde el día de su muerte. ¿Por qué desapareció el periodista ideal, la imagen de periodista que siempre se busca fuera de las fronteras de este país?

Al finalizar el libro, te das cuenta de que la biografía de Chaves Nogales es una de esas que se explican a través del juego de la historia. Una vida que estuvo férreamente unida a la Historia. Porque la Historia no hubiese sido igual sin Chaves Nogales y él hubiese sido diferente si los acontecimientos del siglo XX hubiesen sido otros.

Es un excelente complemento al documental que, para mi gusto, se queda corto a la hora de transmitir la importancia de conocer, en nuestros días, el trabajo de Chaves Nogales, y los valores con los que se identifica.

Análisis Musical: Father John Misty – Fear Fun


El Padre Juan Nebuloso

Por: Ryan Kozin

El 16 de mayo, Boston, MA, EEUU – Había pistolas, crucifijos, pastillas de Valium y marihuana. Había bondage, mucha juerga, auto-mutilación y rendimiento espiritual —bueno, de alguna manera—. Subiendo al escenario del Brighton City Music Hall, más tarde que lo anticipado y primero como batería para el telonero Ha Mar Superstar (el alter ego del compositor Sean Matthew Tillman –no pariente–), J. Tillman saludó distendidamente al público. Después de la actuación hiper sexual preliminar de su amigo —que incluía un baile encima de la barra, un striptease y una versión de su hit I Need a Tall Boy— J. Tillman volvió al escenario, esta vez encabezando su nuevo grupo, como cantante. Explicando que no suele tocar en Boston sino “ahí cerca de MIT en Cambridge donde el complejo industrial-militar ha perfeccionado su patente más exitoso: la puerta giratoria,” Tillman y su quinteto tocaron Fear Fun en su totalidad. El tono general de la música fue fiel al álbum —que Rolling Stone ha descrito como “un remolino convincente de baladas de Laurel Canyon y psicodelia desolada”— pero también llevaba la espontaneidad que debería acompañar la música en directo. De hecho, la única pega que se podría poner son las diatribas que Father John Misty lanzaba al público y sus digresiones sesquipedales. Sin embargo, como se han parecido tanto a las que hizo en su reciente visita a la estación de radio de KCRW en California (disponible aquí), es difícil no pensar que es todo un montaje, que forme parte del show. Lo cual nos lleva a preguntar por qué.

En una entrevista con LA Weekly, el ex -batería de los Fleet Foxes explica que se adoptó la mote de Father John Misty en parte para escapar lo que sentía como una limitación creciente y auto-impuesto a sus composiciones y también como una referencia divertida a la cocaína (como se hicieron en la canción de Led Zepellin, Misty Mountain Hop), y su lucha de toda la vida con espiritualidad. Y como canta en la canción Every Man Needs A Companion (Cada Hombre Necesita Una Compañera), “[…] Me obsesionaba por la idea de religión —ya sé que es una pérdida—. Nunca me gustaba el nombre Joshua y me cansé de J’.

Con respecto al álbum, cubre una multitud de temas y canta unas historias poéticas. Es una obra multicapa que ofrece lirismo lleno de imágenes en todo momento. Y han complementado este rico lirismo cinemátigráficamente. Cada uno de los tres primeros singles que lanzó —en orden, Hollywood Forever Cemetery Sings (Canta el Cementerio de Hollywood), Nancy From Now on ([Llámame] Nancy A Partir De Ahora), Sally Hachet (Sally Hacha)—, también tiene un vídeo de música muy original, todos compartiendo las depravaciones de una vida alternativa americana estimulada por las comodidades convencionales contraculturales de la cerveza, el sexo, el humo y las armas de fuego. Y cada uno de ellos es un éxito total artísticamente y con respeto a la intriga que llevan.

A pesar de lo que pienses de las digresiones autocomplacientes, sus extravagantes gesticulaciones sarcásticas y su arrogancia de que no se arrepiente, no se puede cuestionar la brillantez de su música. Y eso es lo que se importa. Además, es posible que haya una idea mas grade que merece su paciencia. Tillman ha dicho que necesitaba un alter-ego para escapar de los parámetros creativos que se habían puesto y crear su álbum más sincero hasta la fecha (ha sacado 7 álbumes en total como artista solista). En otras palabras, tomarse demasiado en serio es muy asfixiante. Referenciando al novelista americano Phllip Roth, Tillman ha declarado: “yo soy Father John Misty y no soy Father John Misty. Si no puedes ver esto, no lo vas a entender. Como me llame es totalmente arbitrario, pero me gusta el nombre. Tienes que tener un nombre. Nunca me dejaron elegir el mio.”

Lo mejor del concierto fue, sin ninguna duda, la música. Aunque con Father John Misty recibieron reacciones variadas, su arrogancia exagerada servía para recordarnos que quizás el éxito más importante de Fear Fun es su irreverencia. Ilustra que es muy difícil vivir y crear bajo las exigencias que nos ponen otros y que nos ponemos nosotros mismos. Y Father John Misty es una encarnación de esta idea —y así lo deberíamos considerar—. Nos recuerda que hay liberación al rechazar lo que nos dijimos que tuvimos que ser.

Aquí puedes encontrar el álbum en streaming.

Análisis fílmico: La Piel que Habito


Por: Ryan Kozin

Versión en Inglés

«El arte es garantía de salud»—o, según la escultora Francesa-Americana Louise Josephine Bourgeois (1911 – 2010) que está referenciando Almodóvar, una garantía de salud mental.  Y es una idea que el director no vacila nada en explorar a fondo en su última creación.  Basada en la novela Mygale de Thierey Jonquet, La Piel que Habito (2011) ganó el premio de BAFTA “Best Film Not in the English Langauge” además de ser nominada por 4 Goyas (Elena Anaya ganó Mejor Actriz) y mucha alabanza general.  Ha sido descrito como una película psicosexual erótica de suspense y ha habido comparaciones estilísticas a Kubrick.  Pero es todavía mucho más.  De hecho, se podría mantener que es la mejor película de Almodóvar hasta la fecha y quizás se describiría mejor como una mezcla torcida de obsesión, identidad y sexualidad—cubriendo todo desde violación y amor hasta venganza y perdidas.

        Teniendo lugar en Toledo de 2011, el filme se abre en la finca El Cigarral.  Aprovechando ateísticamente la extravagancia del lugar y utilizándola para su ventaja artística y para presagiar a la meticulosidad maniaca de su protagonista Dr. Ledgard (Antonio Banderas), Almodóvar honra al polémico cuadro de Tiziano Vecllie, Venus de Urbino (1538), y Les Demoiselles d’Avignon de Picasso dentro de los primeros quince minutos.  La Venus está colgada en el pasillo de El Cigarral, subrayando la perfección que el doctor se esfuerza por lograr en sus trabajos; caras picassianas decorativas hechas de barro de ollera y cubiertas con tela rasgada adornan la habitación de una paciente.  Y las imágenes son incluso más profundas.  Volviéndose a casa después de una conferencia científica, el acomodado Dr. Ledgard pasa tranquilamente por el pasillo—y La Venus—, dobla un rincón y entra en su habitación que es decorada con pantallas gigantes que le deja observa a su paciente Vera (Elena Anaya) y por las cuales vimos su trasera desnuda, haciendo postura como si fuese La Venus.

        Pero, siempre trabajando para crear el suspense, Almodóvar destruye la hermosura tan fácilmente como la crea.  Al descubrir que Vera se ha mutilada y que intentado suicidarse, el Dr. Ledgard la lleva apresuradamente a su quirófano subterráneo, donde aprendimos por primera vez de la piel transgénica que menciona discretamente el titulo de la película.   Como se explica más tarde en otra conferencia científica, el Dr. Ledgard había mutado las células que componen la piel humana, transfiriendo información genética de las de un cerdo para endurecerla.  Y es con esa piel que Ledgard trata a las heridas autoinfligadas de Vera.  Sin embargo, la ‘piel artificial’ que ha creado el Dr. Ledgard—que ha nombrado Gal en memoria de su difunta esposa que murió debido a quemaduras que sufrió en un accidente de coche—va en contra con las éticas de su comunidad científica y el presidente prohíbe que Ledgard siga con sus investigaciones.

    Desanimado pero no derrotado, Dr. Ledgard busca consuelo clandestinamente en seguir con su trabajo secreto y en el opio, que también administra a su paciente para causar que le ocurra amnesia inducida por drogas (otro escenario que ocurre más tarde captura el recuerdo irónico de Vera «el opio me ayuda a olvidar» escrito a mano con innumerables fragmentos en la pared de su habitación).  Un encuentro muy tenso entre Dr. Ledgard y Vera sucede, dejando bien claro que Vera está intentando atraer sexualmente el doctor hasta un estado vulnerable.  Pero antes que podamos preguntar por qué Vera habrá intentando suicidarse o por qué quisiera engañarle a Robert, Almodóvar interrumpe el estético de la peli y también la historia con la introducción de Zeca (Roberto Álamo).  Habiendo llegado a Toledo de la Carnaval de Madrid—tambaleándose por la borrachera por todo el camino—, Zeca se presenta a El Cigarral todavía llevando su disfraz de tigre y en busca de su madre.  Y su introducción enriquece el film con un sentido de absurdidad coherente; su presencia visual es vistosamente cómica, pero su papel es importante en que se ata muchos de los hilos que componen esta historia compleja.  Después de implorar a la criada de la casa Marilia (Marisa Paredes) que le deje entrar por el interfono, aprendimos que Zeca es el hijo de Marilia y que está intentando esconderse después de un robo fallido en una joyería de Madrid.

        Utilizando su instinto animal, Zeca descubre a Vera todavía encerrada en su habitación.  Luego, poco después, Dr. Ledgard le descubre a Zeca violándola a Vera.  Y después de una confrontación fatal, Marilia consuela a Vera y le explica que Zeca fue responsable por la muerte de Gal.  Que estuvo conduciendo cuando tuvieron el accidente y que la dejó en el coche; también cuenta que aunque Robert la rescató aquella noche—así empezando su obsesión con lo de desarrollar una piel artificial que pudiera resistir un incendio—, eventualmente la perdió.  Pero, otra vez, justo cuando todo empieza a ponerse claro, Almodóvar juega con la estructura.

        Volviendo hace unos 6 años a la boda de un familiar, encontramos a Robert y su hija Norma unos cuantos años después de la muerte de Gal.  Todo se empeora cuando Norma desaparece de la celebración con unos amigos y un mujeriego llamado Vicente (Jan Cornet).  Cuando Dr. Ledgard se da cuenta de su ausencia, se echa a buscarla aterrorizado.  Encuentra sus zapatillas dispersadas en un camino por el jardín, que le dirige a donde había estado con Vicente.  Está inconsciente.

        Habiendo visto Vicente salir de la boda muy de prisa en su Vespa, Robert hace un plan.  El Dr. Ledgard sale en busca de venganza por parte de su hija (ahora hospitalizada) y fallecida esposa y toma Vicente como preso.  Luego, dándole más motivación maliciosa, Norma se quita la vida en la misma manera de su madre (después de despertarse en el jardín con su padre abrazándola y intentando consolarla, estaba convencida que él fue el que la violó y no pudo seguir viviendo pensándolo).  Con sangre fría y nada de hesitación, Ledgard reúne un equipo de cirujanos en su quirófano personal para darle una operación que le cambiaría la vida para siempre.

        En resumen, la violencia sexual de La Piel que Habito será demasiado desagradable para unos pero a pesar de ella, la verdad es que es una película indisputablemente rica en cinematografía y estructura.  Hay muchas sorpresas—sorpresas de amor y sorpresas de venganza—que salen al final y que nos dejan con una sensación extraña de resolución pero también con unas preguntas.

        Almodóvar es un maestro de simbolismo y sutileza y los varios temas que se tratan son muy bien entretejidos. La música de Concha Buika, por ejemplo, que canta en la boda donde fue violada Norma, canta la misma canción (Por el Amor de Amar) que cantaba Norma cuando su madre se suicidó—y, además,  hay interacción entre las dos voces—.  De la misma manera, hay un escenario sutil en que el perfil de Vicente sale detrás de un busto hecho de alambre que se usa para mostrar sombreros de mujer en la tienda de ropa de segunda mano donde trabaja.  Además, Banderas es muy convincente; la meticulosidad del Dr. Ledgard solo tiene igual en su malicia y deseo de hacer arte por perfección científica es muy espeluznante.  Por último, que Almodóvar eligió citar a Louise Josephine Bourgeos—una defensora de derechos LGBT de toda su vida—(la frase acerca la salud del arte también está escrita en la pared de Vera), significa que Almodóvar quería abordar la cuestión de sexualidad y la identidad de una manera muy profunda. La piel que habito es un ejemplo vibrante de que no hay nadie mas como Almodóvar y que el arte del cine está vivo y que está bien de salud.

Conversación con Almodóvar

Análisis fílmico: Shame


Por: Kike Gómez

Todos ocultamos algo en nuestro interior, en nuestra «otra vida». Escondemos aquello que nos avergüenza por alguna razón. Tratamos de vivir paralelamente con una, dos o las vidas que sean necesarias para sacar todo aquello que no se corresponde con el «yo» cotidiano.  Por lo tanto, es imposible que nadie que vea esta película no se sienta identificado con el protagonista.

De nuevo, en pocos meses -después de Melancolía-, una película nos vuelve a relatar una de esas historias que muestran la soledad a la que nos está conduciendo nuestros hábitos en nuestra sociedad occidental. La soledad es el rasgo principal de los vergonzosos, de los asqueados con uno mismo, o de los que tienen cosas que ocultar; sin embargo, también está ligada a esas personas que no encuentran su lugar en ese universo carnavalesco plagado de máscaras.

Ahí está la diferencia entre el protagonista, Brandon, y su hermana. Ambos viven en el mundo, pero sin vivir. Los dos saben que nada de lo que hay es amable, ni esperanzador. Pero él, se deja imbuir en esas vorágine de soledad e instantaneidad, como la de un orgasmo, mientras que su hermana menor, está deseando parar de la frenética carrera en que le ha colocado su vida y poder disfrutar del cariño de su hermano en una vida pacífica y cariñosa; «venimos de un sitio muy malo», le dice para consolarle antes de llevar a cabo la interpretación de «New York, New York», en una de las mejores escenas de los últimos tiempos. Algo verdaderamente impresionante.

Esa calma, lentitud y sosiego con que canta, acompañada de un piano casi imperceptible, contrastan con el peso que tiene la escena en todos los personajes que anhelan una vida distinta. Pero Brandon sabe, que si desea sobrevivir lo mejor es resbalar por la vida, escaparse de ella como la arena entre los dedos por que nada es seguro, ni estable. Sí, todos estamos conectados, pero por hilos invisibles que se rompen con extrema facilidad.

Luz de vísperas. Mauricio Wiesenthal


Por: Kike Gómez

Todavía, después de las más de 1000 páginas en que está compuesta la novela, me cuesta no ponerle la cara de Stefan Zweig a su protagonista (Gustav Mayer) por el gran parecido y los cientos de guiños del autor hacia el escritor austriaco: ambos judíos, ambos escritores, ambos exiliados, ambos viven en Viena, títulos similares de obras clave en su bibliografía como Jeremías y El mesías respectivamente…

«Luz de vísperas», trata de novelar una época: «El mundo de ayer», el mundo que se empezó a diluir al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Un mundo ahora imaginario pero que fue real, regido por unas normas y unos valores que nos diferenciaban -a los europeos-, y que a la vez nos unían a través de la cálida brisa de los vientos que llegaban del mediterráneo, acariciando primero los montes griegos y romanos dispersando su saber en diferentes lenguas. Apenas 50 años bastaron para que cambiara por completo, y de forma drástica, todo el imaginario bajo el que se asentaba nuestra cultura, arrasada ahora por el capitalismo; el verdadero ganador de las dos guerras mundiales, junto con su padre adoptivo: EEUU.

A través de la imaginación de Gustav Mayer, que vuelve la vista atrás en el momento en que va a recibir el Novel de literatura por parte de la academia sueca, se nos aparecen sus libros, sus amores, sus amistades… aparece todo dibujado con impresionante precisión página tras página, hasta el punto de llegar a confundir al lector y hacerle pensar si en realidad Gustav, es un personaje real, si, en realidad, en el circulo de amistades de Rilke, de Mann, de Zweig, no había un escritor más, llamado Gustav Mayer.

Son varias las ocasiones en las que les podemos ver a todos juntos debatiendo sobre política, filosofía, literatura… charlas que no queremos que acaben nunca para poder seguir inmersos en aquellos años duros, pero tan apasionantes para la humanidad, atrapada en el dilema de la acción y el pensamiento.

En la segunda parte de la novela, después de introducirnos en la época, y dejarnos pasear, pensar y amar con todos aquellos intelectuales, Wiesenthal cumple otro de sus sueños personales, al trasladarse -y nosotros con él-, a los montes suizos, a la Engandina; donde Nietzsche pasó algunos años y donde «conoció» y escribió «Así hablaba Zaratustra». Una excusa para que Gustav acabe allí. Pero bien pudiera ser que Mauricio Wiesenthal, eligiese ese escenario por otro motivo diferente. Es posible que al autor de «Luz de vísperas», no le importase pasar un tiempo en los Alpes Suizos -durante alguno de los 33 años que tardó en escribirla-, en aquel famoso Sanatorio Internacional Berghof. Es posible que mientras dejaba la tinta de sus bolígrafos sobre el papel en el hotel en que residía, echase de vez en cuando un vistazo por la ventana para ver, si por azar, cazaba a aquel joven curioso llamado Hans charlando con su amigo Settembrini.

Una novela que se divide bien en dos bloques, un bloque más lírico, que da pie a la melancolía y a la nostalgia de un tiempo que no llegamos a conocer, los que ahora transitamos por éste. Y una parte más épica, en la que nos hace replantear, quiénes fueron los vencedores y quiénes los vencidos de las grandes guerras del siglo XX. Si de verdad solo hubo un vencedor y solo un derrotado ya que el mundo se ha ido reduciendo hasta tal punto, en que ahora todo nos parece de dos colores: blanco y negro o al revés, cuando aquí, en menos de lo que ocupa el territorio de China y Rusia juntas, convivieron cientos de culturas e identidades que hoy han acabado mezcladas, al pasar forzadamente, por el embudo de la modernidad.

Análisis fílmico: El diario de ron


Por: Ryan Kozin

¿Álguien quiere otra ronda? Johnny Depp lleva el trabajo del querido, iconográfico y subversivo autor norteamericano Hunter S. Thompson a la gran pantalla otra vez. El Diario del Ron, es la adaptación cinematográfica más reciente, promovida por la compañía de producción de Depp, el Infinitum Nihil (financiada por GK Films), subrayando que nadie tiene el legado de Thompson más profundamente arraigado, como su amigo, estrecho, personal y, apropiadamente, antiguo compañero de borracheras.  De hecho, la novela bestseller nunca habría sido publicada —mucho menos adoptada al cine—, si Depp no hubiera encontrado el manuscrito original olvidado en un cofre en el sótano de Thompson cuando el actor estuvo viviendo con él, en la preparación para su única colaboración completa en la película de 1998, Miedo y Asco en Las Vegas (Fear and Loathing in Las Vegas).  Y en este caso la verdad es que aunque la película difiera del libro y tenga algunos fallos, triunfa estilísticamente y en espíritu.

La novela homónima nació cuando Thompson se piró a Puerto Rico en 1960 para “escapar del convencionalismo aplastante de la era Eisenhower”.  Al llegar, se encontró insaciablemente sediento de ron —que Thompson podía haber llamado “combustible”—, y también de verdad.  Su indulgencia está clarísima en todo la novela pero también su disciplina.  Y esto es lo que mejor captura la película.  Nos deja entrever el hombre convertido en artista y a la vez, encontrar su “voz”.  Incluso aunque el protagonista sea sólo semi-autobiográfico, Depp y director Bruce Robinson (Withnail and I, The Killing Fields) perfilan fielmente, al entonces autor de veintidós años de edad, y sus brotes de “ira” —lo cual se manifestara más fuerte en obras venideras como Miedo y Asco en la Ruta Electoral ’72 (Fear and Loathing on the Campaign Trail ’72)-.  Sin embargo, El Diario del Ron es mucho más que un homenaje.  Es una historia de amor y de letras, corrupción, moralidad…  y además está completamente empapada de ron.

La historia empieza sencillamente, con una resaca —para la cual Thompson prescribía “12 [pastillas] de nitrito amílico (una caja entera) en conjunción con tantas cervezas como sea necesario”-. Llegando tarde para su primer día en el periódico The San Juan Star, Paul Kemp (Johnny Depp) pasa por el Casco Viejo de San Juan solamente para ver empleados haciendo piquetes en la calle que rodean el edificio y una oficina disfuncional adentro.  Así que, un comienzo incierto.  Se hace amigos con Sala (Michael Rispoli) mientras espera el jefe de redacción, Lotterman (Richard Jenkins) que es tan incompetente como la gentuza que detestablemente pretende dirigir.  Nos presenta también dos personajes muy distintos que sólo se asocian con el periódico vagamente pero que vienen de opuestos extremos del mismo espectro asqueroso.  Hay el elusivo, deslizante hitleriano que es Moberg (Giovanni Ribisi)—que debía parecerse tan sucio que “el publico debería poder olerle”—y luego está el guapo, prospero, excesivamente ambicioso comerciante conocido como Sanderson (Aaron Eckhart).  Es el segundo de ellos quien da la salida al conflicto del film.

    Cegado por sus propias ambiciones, inconsciente de las muchas diferencias innatas, Sanderman no tarda mucho en reconocer el valor potencial de la escritura de Kemp y enseguida le presenta una oportunidad lucrativa. Aunque las borracherras cotidianas de Kemp sean compensadas por la sobriedad de su consciencia, raras veces deja pasar sus principios sin probación.  Sanderson no pierde ni un minuto en pedirle a Kemp que ayude a sus sociaos componer un folleto para atraer inversoras para un mega-hotel que quieren construir ilegalmente en la isla adyacente de Vieques (Sanderson describe la belleza paradisiaca de las islas, que pretende controlar y luego vender, como “La idea de dinero que tiene Dios”).  A pesar de su hesitación inicial, el encanto de la prometida de Sanderson, Chenault (Amber Heard), combinado con unas deudas eventualmente hace que Kemp se ponga de acuerdo.  Como se alude en el tráiler: “Si la borrachera no te mete en líos, las mujeres definitivamente lo harán”.

    El viaje a Vieques acaba desastrosamente para todos los individuos implicados.  Kemp equivocadamente rompe la confidencialidad del trato propuesto cuando invita a Sala, lo cual Sanderson no le puede perdonar que acaba en despedirle.  Y cuando la casualidad les reúne a todos en St. Thomas para Carnaval, las cosas se emporan aun más.  Chenault se desaparece después de una noche de juerga.  Todo se deshace.  La relación de Kemp y Chenault se deja pendiente.

    Después del fiasco de Vieques y St. Thomas, Kemp y Sala vuelven a Puerto Rico y encuentran que el periódico ha sido cerrado.  Hacen un plan.  Con ganancias de unas peleas de gallos, planean en irrumpir en el edificio para imprimir un artículo de denuncia acerca Sanderson y sus colegas corruptos.   Sentando en su escritorio con su máquina de escribir de Royal, una lámpara, un pitillo y, por supuesto, una botella de ron, Kemp declara: “Quiero hacerle una promesa a usted, el lector.  Y no sé si podre cumplir con ella hoy o pasado mañana.  Pero notifico los cabrones del mundo que no me preocupo de veras por su bienestar.  Intentaré hablar por mis lectores—y eso es una promesa—.  Y será con una voz hecha de tinta y ira”.  Pero, frustrantemente, sus planes fallan.

    A pesar del bueno intento que han hecho, El Diario de Ron falta un argumento.  El hilo Hemingwayiano del libro se pierde en el montón de cambios que lo han dado—la ausencia completa de Yeamon, un espíritu libre que en el libro era el novio de Chenault, es particularmente curioso, por ejemplo; y cambiaron el final de la historia—.  Pero al mismo tiempo hay muchos momentos de autenticad y patetismo humoroso que son unas de las razones para que si se merece verla.  Uno en particular ocurre cuando Kemp y Sala se toman un alucinógeno inidentificado, luego vagando por las calles de San Juan, acabando en el puerto cuando Kemp, al ver un acuario con langostas, se inclina, hace contacto visual con uno de los crustáceos y murmura: “Los seres humanos son la única creatura en la tierra que proclama tener un dios y la única que se comporta como no lo tuviese.”

    Al fin y al cabo, la película probablemente podría haberse beneficiado por la supervisión y orientación creativa de Thompson, pero es probable también que así, se convierta en una película de culto.  Hay muchas razones para que veáis El Diario del Ron, pero si buscáis una adaptación directa como la que nos dieron con Miedo y Asco en Las Vegas, no lo vais a encontrar aquí.  En otras palabras, si queréis una buena historia que sea divertida de leer, cómprate el libro; y si queréis ver una peli divertida… la veáis.  De todos modos, tomate un vaso de ron.  A Thompson le gustaba tomárselo solo y, además, siempre se aseguraba de tomar más de uno.